Modigliani, tres días en Montparnasse es el verdadero ejemplo para que nadie te diga que no vales en algo
El actor norteamericano Johnny Deep se vuelve a sentar en la silla del director por segunda vez, si no contamos el documental que realizo como director "Stuff" en el 1993. Situándose a principios del siglo XX en los barrios parisinos, para relatarnos la conflictiva vida del pintor italiano, el cual asentado en Francia, malvivía bajo la mirada infravalorada de los críticos y público en general. Dejando su obra incomprendida y malinterpretada, consiguiendo el triunfo años después de su fallecimiento.
Para recrear el film ha contado con el siguiente reparto: Riccardo Scamarcio como Amedeo Modigliani; Al Pacino como Maurice Gangnat; Luisa Ranieri como Rosalie Tobia; Antonia Desplat como Beatrice Hastings; Stephen Graham como Léopold Zborowski; Bruno Gouery como Maurice Utrillo; Ryan McParland as Chaim Soutine; Ryan McParland como Chaim Soutine; Benjamin Lavernhe como Monsieur Petit; Sally Phillips como esposa del general; Viorica Manole como cantante y Ionita Manole como cantante. Reza el dicho que: Habla bien o habla mal de mí, me da igual, eso significa que estoy vivo. Johnny Deep contagia mucho a Modigliani de sus excéntricos personajes para recrear la locura de una persona que al final se mostraba más por su inseguridad que por el brillo de su obra; aunque esta estuviera totalmente infravalorada. Pero para ser sinceros, muy pocos pintores han llegado a vivir de su obra y con un alto reconocimiento.
Modigliani, tres días en Montparnasse no es el truño incomible como lo llegan a catalogar, pero le queda mucho recorrido para ser una buena película. Johnny Deep sabe cómo manejar una cámara, como relatarnos una historia e impregnarla de su propia personalidad; pero pierde mucho en lo estético y en los pequeños detalles que se van produciendo en el camino de esta misma. Dibujando un cuadro que el propio Modigliani se le olvidó pintar en vida, el de su propia mirada hacia una obra que al final, le hundía en sí mismo.
Modigliani, tres días en Montparnasse no es el truño incomible como lo llegan a catalogar, pero le queda mucho recorrido para ser una buena película. Johnny Deep sabe cómo manejar una cámara, como relatarnos una historia e impregnarla de su propia personalidad; pero pierde mucho en lo estético y en los pequeños detalles que se van produciendo en el camino de esta misma. Dibujando un cuadro que el propio Modigliani se le olvidó pintar en vida, el de su propia mirada hacia una obra que al final, le hundía en sí mismo.
Modigliani pintaba el rostro de un ser incomprendido, de allí que la propia gente lo viera como algo infantil o de un valor demasiado escaso. Ni tan siquiera los que daban valor a las obras, le dejaban a la suya en un puesto bastante aceptable para poder vivir de la pintura. Es el eterno consejo de: no dejes a nadie que te diga lo que tienes que hacer o dónde está tu sitio, búscalo por ti mismo. De ahí que se engrandeciese en lo pequeños círculos y luego se derrumbase entre las elites que no lo veían con la mirada de quienes le llegaron a conocer de cerca. A lo mejor era eso, conocer al artista para poder llegar a poder recrear una imagen más exacta de lo que dibujo y sobre todo lo que esculpió sobre mármol y piedra.
Modigliani es el verdadero ejemplo para que nadie te diga que no vales en algo. Tu esfuerzo y lo que quieres arriesgar es lo que al final del camino te dirá en que sitio terminarás. En eso Johnny Deep lo ha logrado.
Nota:6´5/10.
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