Agnieszka Holland, directora de ‘Green Border’, alerta del peligro de «institucionalizar el uso de la violencia»
Nota de prensa:
Agnieszka Holland, una habitual de la Seminci, ha desembarcado en esta 68 edición con Green Border, crónica del drama migratorio entre Bielorrusia y Polonia, esa ‘frontera verde’ de bosques que se convierte en una trampa para los miles de personas que huyen de las guerras de Oriente Medio alentadas por el dictador Lukashenko, que, con la aquiescencia de Rusia, convirtió ese corredor en una estrategia de presión a la Unión Europea respondida con brutalidad por parte del gobierno polaco.
«Las autoridades polacas utilizaron este asunto como herramienta política; la violencia se utiliza como herramienta política», ha reflexionado la veterana realizadora polaca durante la presentación de la película, un filme que compite en la Sección Oficial y cuya repercusión, tras su estreno en Venecia —donde ganó el Premio Especial del Jurado—, ha sorprendido a la propia Holland, según ha reconocido durante el encuentro con los medios. Un blanco y negro sobrio y una cámara al hombro para una historia que navega entre el documental y la ficción y entre cuyos protagonistas se encuentran algunos refugiados sirios reales.
«La frontera polaca es sólo una de las fronteras que hay en el mundo», ha planteado, en relación con otros conflictos actuales, la directora de Europa, Europa, quien también ha alertado del peligro de «normalizar e institucionalizar el uso de la violencia», contrapuesto a la humanidad y el respeto hacia los migrantes que muestran algunos ciudadanos retratados en la película.
La contadora de películas, una fábula sobre el poder del cine
Pese a ganar la Espiga de Oro en el año 2001 con Italiano para principiantes, una de las joyas del movimiento Dogma, no ha sido hasta esta mañana cuando Lone Scherfig ha acudido personalmente a la Semana Internacional de Cine de Valladolid. Lo ha hecho con La contadora de películas, adaptación de la novela homónima de Hernán Rivera Letelier que inaugura, esta noche, la Sección Oficial, e historia sobre una niña que, en la década de los sesenta, se dedica a contar a la gente de su pueblo, en pleno desierto chileno, las películas cuya entrada no pueden pagar.
«El cine no es solo ver la película, es verla acompañado», ha mencionado Adolfo Blanco, uno de los productores del filme en relación tanto al propio argumento como a la situación actual en el que el auge de las plataformas ha desplazado al consumo en salas. «El problema del cine de autor hoy es que no tiene cabida en los medios», ha resaltado Scherfig. Con un guion firmado por Walter Salles, Isabel Coixet y Rafa Russo, esta historia supone la primera incursión en español de la realizadora danesa, una «valentía» que ha alabado Antonio de la Torre, protagonista de la película junto a la francesa Bérénice Bejo y quien ha señalado que el principal motivo para aceptar el papel, además de rodarlo en el desierto de Atacama, fue la presencia de Scherfig en la dirección. «Es la película que, si llego a viejo, recordaré, porque ha supuesto una experiencia maravillosa», ha concluido el intérprete.
Femme, thriller ‘queer’ oscuro y liberador
La nueva sección Alquimias ha contado en la jornada inicial del festival con la presencia de Ng Choon Ping, codirector junto a Sam H. Freeman, de Femme, una película que toca el asunto de la violencia hacia el colectivo LGTBIQ+, un thriller «ni blanco ni negro» que refleja «el sufrimiento y las causas del sufrimiento», de forma «entretenida, un poco oscura y liberadora». El cineasta ha alabado las interpretaciones y «la química» surgida entre Nathan Stewart-Jarrett, que interpreta a Jules, una drag queen víctima de un ataque homófobo, y George MacKay (Preston), que hace doblete en la Seminci al formar parte del reparto de The Beast, de Bertrand Bonello, en competición en la Sección Oficial. Ambos protagonistas tuvieron que enfrentarse a «escenas íntimas y violentas», en las que era importante «que nadie se sintiera presionado a hacer algo que no quisiera y que a la vez fuera creativo».
La historia de venganza que encierra el filme se aborda, ha remarcado Ng Choon Ping, desde la perspectiva de Jules, «un poco cámara en mano, como si estuviéramos dentro su cabeza, como si el campo de cámara fuera su campo de visión». El título de la película ha querido ser «provocativo en relación al género», alude a lo femenino con intención de hacer «una exploración de ese eufemismo de género, cómo en lo masculino tóxico un hombre tiene que jugar un papel», mientras que el ideal de Jules es la feminidad, ha señalado el codirector de Femme, quien ha exhortado a la normalización de los cineastas y las películas queer.
Stepne, "los valores de la vida" en Ucrania
«Stepne es un sentimiento», ha sentenciado Maryna Vroda, directora de la película presentada en Punto de Encuentro, nacida de la «sensación de que había perdido un país» (Ucrania) y que la ha hecho «volver a casa». Un pueblo desaparecido con la guerra da título a esta historia, por la que logró el premio a la mejor dirección y el de la crítica en Locarno y responde a «un sentimiento de catástrofe social» que ella misma sentía como artista, como persona y como ucraniana. Y, pese a ello, asegura que su primer largometraje no tiene que ver con la guerra, sino que indaga en «la relación de las personas, el mundo y el tiempo; «de la relación con el mundo», en definitiva.
Su búsqueda en la esencia de la identidad ucraniana llevó a Vroda a dar voz a los ancianos del lugar donde ha sido rodada Stepne y hablar así de «los valores de la vida»; el equipo del filme entró en sus casas, abiertas de par en par para ellos, se reunieron «como una familia» y los protagonistas de los relatos «se abrieron en el momento del rodaje por primera vez». Los testimonios del pasado establecen un inevitable paralelismo con el presente: lo que ocurre ahora en Ucrania es «un problema que nace hace cien años», ha asegurado la realizadora para reivindicar la memoria y criticar la inacción internacional ante la situación que vive su país. «Nadie escucha», ha señalado en una entrevista para Canal Seminci, «hemos perdido la creencia en que la política puede traernos mejoras».
Matrimonios forzados: "víctimas invisibilizadas" en No, no quiero
El público de la 68 Seminci también se ha encontrado en esta primera jornada con una de las Proyecciones Especiales de la edición: el estreno mundial de No, no quiero, de Belén Santos. La directora aborda en este trabajo «una realidad poco conocida», la de las «víctimas invisibilizadas» de los matrimonios forzosos, que, en contra de lo que pudiera pensarse, no es un fenómeno circunscrito a determinados países, sino que «ha existido siempre a lo largo de la historia en todos los países». «No es una cuestión ni de religión ni cultural, sino más bien tradicional», ha subrayado. De hecho, los casos que aborda son de españolas, hijas de migrantes.
«Cuando se producen estas situaciones, pueden aceptar o no; si no aceptan, las consecuencias son muy graves, tienen que enfrentarse a su familia y abandonarla», ha señalado Belén Santos. Es lo que les ocurrió a dos hermanas de solo 12 y 15 años, obligadas a «empezar de cero sin el soporte familiar». El segundo largometraje de la directora madrileña (tras Los dioses de verdad tienen huesos) nace de la propuesta de Vértigo Films, concretamente de Maribel Muñoz, sorprendida por conocer la realidad inaudita de los matrimonios forzados en un reportaje radiofónico. La directora ha contado con el apoyo de la asociación Valientes Acompañadas, que demuestra, ha subrayado, que «sí se pueden hacer cosas, se puede ayudar» a esas víctimas invisibles. Su historia, a veces, acaba bien.
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